Nace
en San Francisco, EEUU en el año 1877 y muere en Niza, Francia en 1927.
Norteamericana
de origen irlandés, estudió los principios de la danza académica, los cuales
desechó inmediatamente. Basó su arte en la total libertad de expresión. De gran sensibilidad
artística se rebela contra lo establecido. Luego de tener una vida llena de
penurias en su tierra natal, deciden
ella y su familia trasladarse a Europa, llegando primero a Londres y
luego a París en el año 1900. Realiza funciones privadas para sobrevivir, baila
descalza, con un atuendo de túnicas al estilo griego, utilizando telones de
fondo con grandes telas. Comienza así su
carrera, consolidándose su fama en Europa, América del Norte,
América Latina. Su arte llega a
influenciar entre otros a coreógrafos de la
talla de Michael Fokine. Se
identifica con la Revolución Rusa y acepta la invitación de Lenin para abrir su
amada escuela para niños en Moscú. No
dejó método ni tratado sobre su danza. Ella limitaba su entrenamiento a una
gimnasia muscular inspirándose en la naturaleza y el arte griego.
Su vida estuvo
llena de sufrimientos y tragedias:
perdió a sus dos pequeños hijos quienes
se ahogaron en el río Sena
en París; en su autobiografía , Mi Vida, libro que
recomendamos lean los artistas de la danza,
se describen todos estos hechos,
su pensamiento revolucionario, su arte ligado al ser humano, a los niños sobre
todo, que marcaron una huella muy profunda en su ser. En
el año 1927 muere trágicamente al enredarse su extenso chal en la rueda del auto en el cual se embarcaba
para una aventura amorosa. Sin duda Isadora Duncan fue quien prendió esa chispa que se
convirtió en un fuego que hasta hoy día nos ilumina. En este momento de la
historia de nuestro tiempo nace la nueva danza libertaria del siglo XX: la Danza Contemporánea.
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